lunes, 12 de abril de 2010

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Si la persona que está leyendo este titular es un hombre, no hay duda de que en lo único que ha pensado es en el resultado del partido acontecido el pasado sábado entre el Real Madrid y el FC.Barcelona.

Ambos rivalizaban por conseguir la mejor puntuación y por ello durante el último mes nos han vendido este duelo como sí de una guerra intergaláctica se tratase.

Con tanta expectación cabe preguntarse ¿Qué les da el fútbol? Y por consiguiente ¿por qué la mayoría de mujeres lo detestan?

Ante este planteamiento parece que el motivo de que odiemos el fútbol es culpa del tiempo.

Si, has leído bien, el tiempo que nos quitan por ver, jugar o apostar en ese maldito deporte, parece la única causa o por lo menos es la que los hombres entienden como tal.

Para cercioraros de ello no tenéis más que pasar por el blog de fútbol de unos colegas de profesión que sólo con el título reflejan la idea que estoy plasmando. “Notimeforwoman”.

Queridas amigas, ¡tranquilas!

Esto es sólo una leyenda urbana con la que ellos se consuelan, ¡nosotras no somos así de egoístas! Si no ¿por qué siempre que echan un partido intentamos adaptarnos y verlo con la mejor de nuestras sonrisas?

Si, ya sé que eso no ocurre siempre… ¡pero entender! ¡Hay partidos prácticamente todos los días!

Este pasado fin de semana y debido a la expectación que todos los medios manifestaban por este encuentro le dije a mi novio: “cariño, quiero ver el partido”. Y no sólo eso además añadí “quiero apostar”.

Ante esta propuesta pude atisbar en su cara una mezcla de sorpresa y confusión que no sabría cómo definir exactamente, pero que sabía de sobra que no le había dejado indiferente.

Sin ninguna preferencia por ningún partido, en la porra aposté por el equipo contrario al que mi pareja había elegido. Antes de que penséis que lo hice por fastidiarle, me gustaría explicaros que de esta manera se fomenta la competitividad y la emoción. Y ambos conceptos, no me lo podéis negar, son los ingredientes claves a la hora de disfrutar de un partido de fútbol.

Pues bien, una vez apostado el euro de rigor y elegido el sitio para el visionado empezó el partido y la tensión envolvió cada uno de mis poros.

No me podía creer que estuviese tan motivada escuchando a los comentaristas a la vez que seguía el juego. Pero de repente, todo cambió. El sentimiento masculino y la hombría que me habían envuelto cinco minutos desaparecieron por ese afán de crítica y de reflexión que dicen que tenemos las mujeres.

¿Qué hace Casillas, el portero del Real Madrid, vestido entero de naranja? ¿Es que no gana suficiente y tiene que ir a repartir bombonas de butano después?

¿Y el pelo de Puyol…. ¿Qué significa? ¿Coge así más velocidad?

Por no comentar Sergio Ramos y sus peinados que parecen sacados del taller de peluquería de la Barbie…

¿Cómo voy a concentrarme en un partido, viendo semejantes fachadas?

Me puse a pensar en la conversaciones posteriores… que si menuda defensa, vaya entrada… estuvo a punto pero… casi ganamos…

¿No se dan cuenta de que el fútbol lo único que hace es alinearlos a todos alrededor de los mismos temas?


Este planteamiento podría responder a mi pregunta inicial:

¡Les gusta tanto este deporte porque es la única manera de tener un tema de conversación!


Además pude ver como con el primer gol, se oían alaridos como “les tenemos”, vamos a ganar…” El sentimiento de triunfo les envolvía cuando ni siquiera estaban jugando.

Aunque pensándolo bien ellos saben lo difícil que es atravesar una campo con dignidad, qué inmensa estrategia y concentración demanda hacer un buen pase, y que tremendo esfuerzo físico requiere correr noventa minutos sin perder el resuello y conservando los ánimos de ganar.

Este segundo planteamiento lleva a otra respuesta de la segunda pregunta planteada: ¿Por qué las mujeres lo detestan?

Está claro que a nosotras no nos hace falta ver como se mete una pelotita en la red para sentir que hemos triunfado.

Por último, y como de un estudio sociológico se tratase, vi claro el tercer motivo que nos aleja de ellos. El fútbol les proporciona un sentimiento de unión y de virilidad, por decirlo coloquialmente podríamos nombrarlo como “el sentimiento machote”.

Al hombre que no le gusta el fútbol se le encasilla como raro, sin embargo el resto son unos “Machotes de pelo en pecho”. Menos mal que nosotras no tenemos que ver campeonatos de tejidos en la tele para reafirmar nuestra femineidad.

Como colofón a este largo pero acertado estudio, me gustaría resumir en una frase sencilla porqué a las mujeres no nos gusta el fútbol.

No queremos que se os encasille en la simpleza e igualdad con el resto de varones. Para nosotras, vosotros sois únicos e irrepetibles. Es por vuestro bien.


Carolina González

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